Son las dos de la tarde en uno de los peores días de ola de calor en España. Los termómetros marcan casi 41 grados en una calle del barrio madrileño de Vallecas. Más adelante, a pocos metros de distancia, descienden a 36. La diferencia es clara: un tramo de calle no tiene árboles, el otro está bajo la sombra. Es uno de los barrios más pobres de Madrid, y como él, otros muchos reclaman más vegetación. Un grupo activista vecinal de Vallecas mide el calor con unas cámaras térmicas y los meteorólogos lo corroboran. A las doce de la noche hay una diferencia de hasta 4 grados de una calle a otra. Dentro de casa la situación se agrava y los vecinos denuncian que afecta a su salud física y mental. En verano, una de cada tres personas no puede refrescar su vivienda, sufriendo la entrada del calor por el mal aislamiento que tienen las ventanas. Greenpeace exige que se invierta más para hacer frente a estos fenómenos meteorológicos extremos.