Ainhoa tenía 19 años. Llevaba cuatro de relación con Enrique, aunque en los últimos meses había intentado dejarle varias veces. Este domingo por la tarde, el chico llamó a su hermana pidiendo auxilio. Había ingerido una gran cantidad de pastillas que tenía prescritas para paliar su depresión. No era la primera vez que el joven de 27 años, a quien todos llamaban Quique, intentaba suicidarse. Ingresó en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia. Poco después, descubrían el cadáver de su novia en el salón del piso que compartían en la localidad de Librilla. Según las primeras hipótesis, fue estrangulada con una cuerda mientras dormía. La autopsia confirmará la hora y las circunstancias en las que perdió la vida. "Las dos familias eran muy conocidas y están destrozadas", señala la alcaldesa, Mar Hernández. Les han ofrecido apoyo psicológico. Estuvo acompañando a los padres de la víctima durante la inspección ocular y el levantamiento del cadáver. Las banderas hoy ondean a media asta y se han decretado cinco días de luto. Ainhoa era hija única. Conoció a su pareja trabajando en una cafetería. Él era pinche de cocina y ella camarera. "Es la hija de mi amiga, preciosa, estoy en shock", relata una vecina. "Tenían sus peleas. Su madre no se quería meter, porque son jóvenes y allá ellos", explica. No constaban denuncias por violencia de género. El presunto autor fue detenid y confesó el crimen ante la Guardia Civil, que le detuvo por homicidio. Pasará a disposición judicial en las próximas horas.