En lo alto del Castillo de Cuenca, sobre la hoz del río Huécar, impresionan los 445 metros de cable tendidos entre las imponentes rocas.

Sujeción en los arneses, unos cuantos consejos antes del despegue… y a disfrutar de la tirolina urbana doble más larga de Europa. A unos 70 kilómetros por hora, dependiendo del peso, sobre un entorno único, es un viaje de poco más de 30 segundos suspendidos en el aire, pero con la emoción y la adrenalina a flor de piel. Se trata de un privilegiado mirador en movimiento del casco histórico de Cuenca, también una forma de experimentar la sensación de volar.

-Redacción-