Las piscinas de los pueblos llenan de vida la España vaciada en verano
Atraen al turismo que busca descanso y refugio climático en el interior peninsular
El silencio del invierno se rompe con los chapuzones y los pueblos más pequeños, casi invisibles en los meses de frío, empiezan a tener movimiento. “Yo solo vengo en verano, pero la verdad es que con la piscina se agradece venir todos los fines de semana”, asegura una de las usuarias de una piscina en Piñel de Abajo, en Valladolid. “Es obligatorio venir ya el primer fin de semana y nos quedamos todo el verano”, dice otra. La apertura de piscinas, como la de Piñel, hecha por los propios vecinos en los años 70 son el lugar de reunión incluso de los más pequeños, como Marcos que nunca había probado esta agua. En Pesquera de Duero, también en la provincia de Valladolid, jóvenes como Alejandro e Iván se han puesto al frente del bar de la piscina. “Los que buscamos es que la gente se reúna aquí y tenga un sitio donde venir”, dice el primero, antes de dar paso a su amigo, que considera que “las piscinas dan mucho juego porque ahora en verano, con el calor que hace en Castilla dan mucho juego las piscinas”. Porque para estos pueblos, tener un lugar donde refrescarse en verano es lo que hace que se llenen de vida.