La tromba de agua en Bardallur (Zaragoza) sorprendió a muchos vecinos y una de ellas lo recuerda como una masa de agua imparable. Tormentas cortas y repentinas que se llevan por delante los contenedores y que barrieron por completo el campo, echando abajo los cañaverales y perdiendo parte de lo cultivado. Hizo lo mismo en Tarifa (Cádiz), cubriendo una fila de hamacas que pilló de repente a todos los bañistas de la zona. Hoy la fuerza del temporal ha vuelto a reclamar su espacio en la costa, cubriendo el inmenso arenal tarifeño. "Está subiendo hasta los chiringuitos, se nota muchísimo", dice una de las veraneantes. Otra de ellas, sorprendida, lamenta que suba más aún la marea, porque les obliga a marcharse de la playa. Quienes no se mueven del sitio son los que apuestan por ver de cerca la inagotable fuerza del mar. Un espectáculo para los donostiarras. Algunos corren por la orilla cerca de las olas y otros se ven obligados a correr para no mojarse. Porque sí, su imponente fuerza fascina pero precisamente es su naturaleza lo que exige precaución.