Ruinas el día después de la DANA; hoy, gracias a los voluntarios, la mercería Paqui está reconstruida. Su propietaria consigue abrir y les prepara una sorpresa a los fundadores, sus padres, que para ellos es todo un mundo. Les embarga la emoción tras echar la vista atrás, tras casi perder la vida y su hogar. Su hija Marien explica las dificultades para poder volver. Está mercería es un símbolo, un pequeño rincón en el que han vivido lo mejor y lo peor durante 52 años. Un lugar para recuperar la normalidad, para avanzar y recordar.