Con las cajas preparadas, Carla y Anna lo han conseguido. Han entregado en el Ministerio de Sanidad las más de 100.000 firmas de su petición en change.org: que ningún niño vuelva a ir al quirófano solo sin que le puedan acompañar sus padres. Con 4 años, el hijo de Anna se sometía a una operación rutinaria y su madre quería estar con él hasta que le sedaran, pero por mucho que insistió, por protocolo, el hospital dijo que no. “Tuvieron que arrancar a mi hijo de mis brazos llorando, no quería ir al quirófano sin mí. Le daba miedo y claro, salió llorando”, dice Anna. Carla tuvo más suerte, tras mucha lucha alguien del hospital empatizó con ellos y pudo cogerle de la mano a su hijo. “El anestesista me dijo, se va a poner muy nervioso, no te asustes, pero nada de eso, y me reconoció que se notaba que su madre estaba allí”. Porque, que un niño esté acompañado tiene beneficios para todos, el niño, sus padres y el equipo médico. Reduce los niveles de ansiedad, disminuye la agitación postoperatoria, reduce complicaciones físicas y facilita una recuperación más rápida y menos traumática. Ya hay hospitales que lo hacen, pero ellas piden más. Quieren un compromiso general para que se aplique en todos los hospitales, para que los niños se duerman y se despiertes agarrados de la mano de sus padres.