Dilawar, el asesino confeso de origen pakistaní. Entró en la casa de sus víctimas y las mató con una barra de hierro. Dos días después regresó y quemó los cuerpos de los tres hermanos septuagenarios. Lo hizo todo por venganza, les había prestado sesenta mil euros para desbloquear una herencia de siete millones de euros de unos militares estadounidenses. Aparentemente eran las parejas sentimentales de Amelia y Ángeles pero en realidad fueron estafadas. Perdieron todo su patrimonio y tal y como afirmaban sus vecinos, comenzaron a pedir dinero. El prestamista, apodado el negro, tuvo que cerrar su locutorio de Arganda del Rey ante la imposibilidad de recuperar la deuda con las hermanas. Su defensa, el abogado David Díaz Villasante, dice que actuó bajo un trastorno de personalidad paranoide y pide una reducción de la pena. Pero la Fiscalía pide 36 años de cárcel para el supuesto homicida.