Teresa acudió como cada día a cuidar de una mujer enferma en una casa de O Porriño, Pontevedra, en la que vive con su marido. Ayer, al entrar en la vivienda él la asesino, presuntamente, con un hacha. Ella había pedido a su coordinadora no volver a esa casa. Decía que el marido la acosaba. Lo comunicó a la empresa, pero esta le avisó de que no podían dejar de prestar ese servicio social. El hombre, de 70 años y presunto asesino de Teresa, había estado ingresado recientemente en el hospital en el área de salud mental, pero fue dado de alta en contra de la opinión de sus familiares. Ahora se encuentra detenido, bajo observación médica, a la espera de pasar a disposición judicial. Hoy el municipio gallego ha amanecido conmocionado, se ha guardado un minuto de silencio y 300 personas han reclamado la suspensión de los servicios hasta que no se garantice la seguridad de las trabajadoras.