La negra desolación que se extiende por las 1.600 hectáreas quemadas ya no tiene remedio. Pero sí tiene culpables y Seprona de la Guardia Civil ya trabaja para encontrarlos. Los agentes piden colaboración ciudadana y buscan pistas en este lugar acotado, donde se inició uno de los fuegos. Muy cerca de la carretera, por donde el pirómano huyó. El que prendió este incendio escogió un día de esos que escasean en Galicia: 35 grados, ni una nube y un potentísimo viento del sur que lo propagó a toda velocidad. Ahora, las lluvias arrastrarán la ceniza al río, morirán los peces. El daño medioambiental tardará en revertirse pero esta vez hay demasiados testigos, demasiadas pistas que ayudan a estrechar el cerco.

-Redacción-