Gaviotas, molestas pero necesarias
Las poblaciones de estas aves han descendido en toda España
"Las gaviotas son muy listas. Viven unos 25 años. Nos han observado y han aprendido que es más fácil obtener alimento de los humanos que tener que cazarlos", explica Alejandro Navazas, el director general de Medioambiente del Ayuntamiento de Gijón (Asturias). Estas aves han dejado de buscar comida en el mar para obtenerla de las ciudades. En las terrazas de las calles del centro se pueden ver a bandadas. "Se ponen encima de los toldos y están al acecho. Se lanzan a por los churros o el pan, cuando llevamos las bandejas y esperan a que se vayan los clientes para coger lo que dejan", cuenta José Emilio Pascali, el encargado de Coral Cofee Center. Una convivencia que puede resultar molesta. "Llegan y te asustan", coinciden al señalar quienes las ven posarse encima de las mesas y después salir volando. Genera además un gasto extra para los hosteleros, que ven cómo rompen vasos, copas, platos o botellas. Son unos mil euros más al mes, cuenta José. "Tener que pedir dos docenas de copas de vino cada semana", dice Esmeralda Ramos. Las poblaciones se han visto reducidas en toda España durante los últimos años, a pesar de las campañas puestas en marcha. En Asturias se lleva un censo desde el año 2005. Entonces había 700 parejas, unos 1.400 ejemplares. Son las mismas cifras que ahora. "La Cornisa Cantábrica es la más afectada. Están a punto de declararlas en peligro de extinción", relata Amador Vázquez, el presidente del colectivo ornitológico Carbayeda del Tragamón. El objetivo es conservar su hábitat y mejorar la convivencia con las personas. Las soluciones deben ser lo más naturales posibles. Para ello, se controlan las colonias, retirando los nidos y los huevos de las zonas residenciales. "Los trasladamos a zonas cercanas para medio engañarlas y que no vuelvan a poner otros huevos diferentes", cuenta Nuria Rodríguez, la concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vigo. Según nos explica, pueden atacarnos y ponerse agresivas porque entienden que les invadimos su espacio y protegen a sus crías. Un instinto que les ha ayudado a sobrevivir, adaptando su dieta y sus hogares.