Montañas de coches interminables que colapsaron las calles hace un año; vehículos amontonados y cubiertos de barro destrozados por la riada. Cientos de días acumulados unos encima de otros, hasta en las vías del tren, que quedaron totalmente colapsadas. Es una pequeña parte de la destrucción que dejó la DANA. Los vecinos limpiaban sin parar lo que quedaba de sus casas, otros se quedaron sin nada y apenados miraban lo único que habían salvado, aunque fuesen dos sofás y una pequeña mesa. Lo que no falto fue la unión de todos los valencianos. Miles de voluntarios cruzaban el puente que pasó a llamarse Puente de la Solidaridad y que fue testigo de la ayuda diaria: gente con palas, cubos y mascarillas que hacían filas kilométricas cargados de lo más básico para empezar a reconstruir lo imposible. Hasta los más pequeños aportaron su granito de arena como podían en cientos de barrios irreconocibles, llenos de ramas, electrodomésticos y objetos de gran valor sentimental. Casas partidas por la mitad y miles de personas que vieron desaparecer ante sus ojos los recuerdos de toda una vida. Huellas de barro y frases directas al corazón de una tragedia que nunca olvidarán.