Todo empezó en mayo de 2024, cuando ante la incredulidad del Arzobispado de Burgos, las 16 monjas del convento de Belorado rompieron con la jerarquía eclesiástica. Argumentos teológicos que pronto se convirtieron en económicos y un cisma religioso que ha protagonizado todo tipo de noticias surrealistas. Una de ellas, Sor Amparo, que se desentendió de lo que calificó de secta, un supuesto criadero de perros ilegal, fraudes a la seguridad social, venta de oro, deudas millonarias, la excomunión de nueve religiosas, y una demanda de desahucio. El conflicto, narrado por ellas mismas en Instagram, parecía haber terminado con su expulsión del monasterio. Pero hace un mes la Guardia Civil detuvo a dos de ellas por venta irregular de patrimonio tras registrar el Monasterio de Orduña, donde se habían trasladado. Entonces la autoridad judicial tuteló a las cinco más ancianas, que siguen perteneciendo a la Iglesia porque nunca llegaron a firmar el Manifiesto. Tres de ellas fueron ingresadas en el hospital por desatención de sus compañeras, quienes lo niegan. Ahora tienen prohibido acercarse a ellas.