En esta escuela cada vez sobran más sillas y más espacio en la pizarra para escribir los nombres de sus alumnos. El curso que viene, dos de estos siete niños pasan a Primaria, y sin nuevas matrículas, el centro, abierto desde hace medio siglo, tendrá que cerrar. Por eso llevan varias semanas buscando candidatos. Éste es uno de los reclamos: su jardín, en proceso de convertirse en un pequeño huerto. Esta es una de las decenas de escuelas unitarias ubicadas en el rural gallego. Pequeños coles en los que comparten aula niños desde los tres hasta los cinco años. Y tienen de plazo hasta el jueves para encontrar un nuevo compañero que se beneficie de las bondades de esta forma de enseñanza. Mientras tanto, le quitan la nieve al árbol de su clase. Se acaba el invierno y toca poner otros adornos. Esperan que la primavera les traiga a otro compañero de aventuras que permita que este cole siga teniendo vida.