Con 19 años a Carmen le diagnosticaron VIH. “Tenía sida y me dijeron que me iba a morir”, asegura Carmen Martín, presidenta de Cesida. Han sido 33 años de lucha, sobre todo contra el estigma. “El VIH no duele, el estigma sí”, explica. Por suerte, los tratamientos han avanzado mucho, tanto que ahora Carmen se pone un pinchazo cada dos meses y así mantiene la enfermedad a raya. Porque sí es posible tener una vida normal con VIH. Carmen tienen un hijo libre de la enfermedad. Con medicación, el virus se vuelve indetectable y, por lo tanto, intrasmisible.