Más allá de los premios y la alegría, la jornada del sorteo de la Lotería vuelve a dejar un sinfín de curiosidades dentro del Teatro Real. Disfraces llamativos entre el público, nervios visibles en los niños de San Ildefonso y anécdotas que se repiten año tras año en el salón del sorteo. El ambiente arrancaba con un tropiezo en directo del que Manoli, la mujer que tropezó, logró recuperarse sin problemas, mientras el público llenaba de color el teatro. En apenas veinte minutos, el ambiente ya era plenamente madrileño. Entre los asistentes, no faltaron los chulapos que acariciaron la suerte ni los gritos espontáneos desde el público, como el de “mil millones por Palestina”. La larga mañana también dejó imágenes de cansancio. Algunos asistentes llegaron a quedarse dormidos, hasta el punto de que hubo que despertar a más de uno. El revuelo volvió a espabilar la sala cuando Miguel Ángel comprobó que tenía un quinto premio, confirmando que era un hombre con suerte, si bien es cierto que había comprado 40 décimos. El momento más esperado llegó a las 10:45, cuando salió El Gordo. En muchos puntos de España se repetía la misma escena: ilusión, comprobaciones y, para quienes no tuvieron premio, el consuelo de una tradición que marca el comienzo de las fiestas navideñas.