A pesar de completarse sin incidentes la última etapa en León, lo vivido en las protestas en Pontevedra y en País Vasco obliga a las autoridades a prepararse con todos los refuerzos posibles en Valladolid.

La prueba de hoy es una contrarreloj individual en la que los ciclistas salen de uno en uno por un circuito urbano que ha organización se ha visto obligada a reducir a menos de la mitad.

Preocupa también la etapa final en Madrid. El objetivo de las protestas es boicotearla para no proclamar un ganador de la vuelta este año.

Los ciclistas se han reunido y han decidido que se plantarán en caso de darse nuevos incidentes.

El ministro del Interior entiende estas manifestaciones pero pide hacerlo con cabeza.

En Madrid, donde finaliza la vuelta el próximo domingo, también se preparan para lo que pueda pasar.

La Delegación de Gobierno ha diseñado un dispositivo de seguridad extraordinario para las dos últimas etapas que garantice la seguridad de la prueba pero también el derecho de manifestación.

Hasta ahora están llamados a desplegarse 1.100 policías nacionales en la capital, además de 400 guardias civiles.

Todo con el objetivo de conseguir que los ciclistas lleguen a meta, sin convertir la prueba en una ratonera.