El caimán se encontraba en un entorno tan poco apropiado como una balsa de riego en una finca de Toledo. Para evitar que muriera, Fernando realiza un primer intento que termina igual que el segundo, sin éxito. La balsa es demasiado grande para las redes y deciden emplear una caña para que el animal se enganche con el hilo al revolverse instintivamente. Tras unos segundos de forcejeo consigue atraparlo, aunque las fauces del caimán han atrapado también una de sus manos haciéndole una herida poco profunda. Piensan que alguien lo abandonó cuando se hizo demasiado grande. Ahora, gracias a los profesionales de Zoo Koki y Safari Madrid el caimán podrá seguir creciendo en unas instalaciones más apropiadas.

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