Los modelos animales apuntan a que hay recursos en nuestro metabolismo para que se pueda alargar el período de vida. Podríamos vivir hasta los 150 años, pero no trasplantando órganos. "Hay que actuar directamente sobre los mecanismos biológicos del envejecimiento", dice José Monje, investigador de Biología Genética. La biotecnología ha encendido el debate. Hay estudios que han conseguido alargar hasta siete veces la vida de los animales. Si lo extrapolamos a humanos estaríamos hablando de 300 o 400 años. Pero no podemos romper el reloj biológico. Los expertos lo dicen: no estamos hechos para vivir indefinidamente. Y hoy por hoy nos topamos con una realidad y la ciencia sí, avanza, pero el sueño de la inmortalidad parece ser un viaje con fecha de caducidad.