El agua de las lluvias arrastra toda la ceniza de la tierra y se la lleva a los ríos que son negros en Galicia y Extremadura
Es una de las consecuencias de los incendios que arrasaron estas comunidades autónomas en verano
Sin agua potable. Así es como están los vecinos de la comarca gallega de Valdeorras (Ourense). Agua turbia imposible de consumir tres meses después de unos incendios que solo aquí, acabaron con 30.000 hectáreas. Los sedimentos del suelo calcinado son arrastrados por la lluvia a través de los ríos hasta llegar a los pantanos. Para evitar ‘el chapapote del monte’, las autoridades intentan colocar restos vegetales que eviten el movimiento del suelo. También lo intentan en León desde los helicópteros, pero no son soluciones infalibles. El mismo problema se encuentran en Extremadura con más de 40.000 hectáreas quemadas este verano. Los ríos negros bajan por Jarilla, Gargantilla… y dejan una imagen inédita del Ambroz a su paso por el famoso barrio judío de Hervás.