En Santa Cruz de Tenerife aún queda una polémica estatua del dictador Francisco Franco que divide a los vecinos. Para unos es una humillación a los represaliados por el franquismo, a todas las víctimas del dictador y un homenaje a una cruel dictadura que persiguió y represalió a millones de españoles. Otros, sin embargo, quieren proteger el monumento, que ya ha sido declarado sin interés patrimonial. La idea del cabildo de la isla, en manos de Coalición Canaria y el PP, ha sido renombrar la estatua y dedicarla nada menos que a la “concordia”, aunque son muchos los que se preguntan que qué concordia. El Gobierno de Pedro Sánchez pide, en boca del canario ministro de Política Territorial y Memoria Democrática Ángel Víctor Torres, que se retire en cumplimiento de la ley de memoria histórica.

-Redacción-