Dos años llevan las calles desiertas de Puerto Naos, en La Palma, esperando el regreso de sus vecinos. Alfio y Rosana, por ejemplo, podrán volver a su casa. El nivel de CO2, controlado con unos medidores que han instalado en las viviendas y negocios, les permite vivir aquí. A pocas calles, sin embargo, Carmen todavía no puede reabrir su negocio por la alta concentración de dióxido de carbono. El gas se concentra, sobre todo, en las plantas bajas y el subsuelo. Por ello, sigue habiendo zonas restringidas y la vuelta a este núcleo urbano será parcial y controlada. Por el momento, a partir del lunes solo se permite el acceso a 139 viviendas. Poco a poco, la vida en este rincón de La Palma va cogiendo aire.

-Redacción-