Los operarios, mazo en mano, derriban hoy, primero el balcón, y después harán lo mismo con el resto de la casa okupa. Mientras, varios vigilantes de seguridad, con la ayuda de perros, protegen la puerta de acceso a Can Vies, para evitar aquí cualquier incidente. Los servicios de limpieza también se emplean a fondo en Barcelona. Sobre todo, después de los violentos disturbios de anoche que provocaron el pánico entre comerciantes y vecinos. Además, dejaron destrozos en cristales, cajeros, escaparates y también en mobiliario urbano. Son las consecuencias de una manifestación en contra del desalojo de este inmueble con 17 años de historia como centro social. Durante semanas habían intentado evitarlo negociando con la empresa propietaria. Un lugar en el que, además de presentaciones de libros y actos culturales, también se han llevado a cabo polémicos registros y detenciones, como las de los seis jóvenes arrestados por agredir a un grupo de personas que habían participado en un acto convocado por la extrema derecha.

-Redacción-