El padre de Samuel no ha querido hablar a las puertas de la Audiencia donde se juzga el asesinato de su hijo. Solo lo ha hecho en la sala, a la que ha entrado llorando. Entre sollozos ha explicado cómo la muerte de Samuel le ha cambiado la vida. Los acusados han agachado la cabeza mientras hablaba, mientras defendía el honor de su hijo. Solo se ha atrevido a mirarle a la cara Alejandro Míguez. Katy, otra de las acusadas, lloraba al oirle describir el sufrimiento que su mujer y él padecen desde el asesinato de Samuel. Hasta la fiscal tenía que limpiarse las lágrimas. Max Luiz ha dicho no querer juzgar a nadie, pero ha recordado la crueldad de lo que se hizo a su hijo: "A ningún perro se le deja abandonado en una cuneta, a ningún animal, y mi hijo allí estuvo, tirado". El padre de Samuel salía del juzgado igual que entró, en silencio, tragando saliva, sin poder hablar.

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