Quién lo iba a decir, el juego de espejos de la política refleja al Sánchez de hoy en el Rajoy de hace 11 años: uno pidiendo disculpas por Cerdán y otro por Bárcenas. Rajoy y Sánchez declarándose víctimas de un engaño, ambos presumiendo de haberlos echado y proclamando su indignación. Al Sánchez de 2014 no le valieron las disculpas de Rajoy. Las mismas disculpas que en hasta ocho ocasiones Sánchez pidió ayer. Cortar cabezas y una auditoría externa, el manual al que se aferró Rajoy y una década después Sánchez para sobrevivir políticamente.