Mariano Rajoy, pulgar al cielo, buenas vibraciones: "Hoy es un buen día", llegó a decir en la radio veinticuatro horas justas antes de verse al borde del abismo. Abocado a una moción de censura. O a la autodisolución. En el "después" del que hablaba Albert Rivera. El después de la sentencia de la Gürtel, constatando la existencia de "un auténtico y eficaz sistema de corrupción insttucional" en la órbita del PP ¿Sorpresa? Ninguna. Pero no es lo mismo enfrentarse a sospechas y acusaciones que a la verdad judicial. Incluso para Rajoy, parece ya imposible. La lapidaria versión de los jueces es que la corrupción se fraguó "a través de influyentes miembros del partido". Que la caja B del PP, se pinte como se pinte, existió y fue eso. Una caja B. Palabra de juez. Que el PP se benefició (a sabiendas o no) del dinero negro. El que movían Correa, Bárcenas y el resto de la trama. Todo esto, y algunos conceptos como sobornos; corruptos; entidades públicas parasitadas; facturas falsas; fondos ilícitos... Antes estaba por demostrar. Ahora es verdad judicial. O sea, el después.

-Redacción-