Liquidado el curso político, Pedro Sánchez pedalea cuesta arriba en el primer semestre de 2026. El PSOE inicia un nuevo ciclo electoral con la debacle en Extremadura, sobre la que Sánchez sigue sin decir palabra. Elecciones en febrero en Aragón, en marzo en Castilla y León y puede que en junio en Andalucía; ninguna pinta bien para los socialistas. La debilidad parlamentaria, plasmada en la incapacidad del Gobierno de aprobar los Presupuestos, y el portazo de Junts lo hace misión casi imposible a la espera del posible regreso de Puigdemont en primavera. Tampoco la relación con Sumar atraviesa su mejor momento tras los escándalos de acoso sexual y la corrupción. El calendario judicial tampoco le es propicio. El juicio a su hermano en mayo, el juicio a Ábalos y Koldo por las mascarillas en primavera y otras investigaciones que siguen abiertas: su mujer, obras amañadas o financiación del PSOE. Sánchez confía en que los juicios pendientes del PP actúen como antídoto con casi todo en contra.