La primera dificultad son los 1200 metros de altura de este salto, 200 más de la que usan en los campeonatos de precisión. Un riesgo que asumen para que luzca la bandera más tiempo. Pero aquí llega el segundo problema y lo cuenta el protagonista. Al desplegarla surge una incidencia: "Se había dado una vuelta y se había estrangulado un poco la bandera, no se terminaba de desplegar". Son 54 metros cuadrados de enseña. El soldado García trata de arreglarlo alzándola, apoyándose en una pierna: "Dices ala, tiene que ser hoy, hoy el día durante todos los ensayos no ha ocurrido nada y justo el día... pero bueno, son cosas que ocurren". Es un minuto y medio de infarto porque no puede desviarse de la ruta: "Estoy mirando al suelo, donde me está llevando el viento, a la vez que recojo la bandera para en ningún momento salir del cono de viento". Para cuando el Rey lo puede ver en el aire, ya lo ha conseguido. El soldado García aterriza, pese a todos los problemas, con una precisión absoluta. En la cámara subjetiva se aprecia mejor la enorme dificultad de sortear edificios, farolas y tribunas. El Rey le saluda con un gesto de orgullo: "Me senti muy orgullos de verlo, cómo devolvía el saludo y contento". Llevar la bandera un 12 de cotubre es el mayor orgullo para un paracaidista.

-Redacción-