Se trata de armamento, de material estrictamente defensivo. Esas son las capacidades acordadas y firmadas el pasado 5 de junio por los ministros de Defensa de los países aliados y también por España. Es lo que aceptamos y la diferencia está, por lo tanto, en el porcentaje del PIB necesario para alcanzar el objetivo, pero además en lo que ocurrió el pasado domingo en el Palacio de la Moncloa. Pedro Sánchez salió a hacer una declaración afirmando que España había alcanzado un acuerdo con la OTAN que especificaba flexibilidad y que, por lo tanto, nuestro país en ningún caso gastaría más del 2,1% del PIB. Y fue ayer cuando el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en rueda de prensa en La Haya negó tal acuerdo asegurando que la OTAN estaba segura de que España iba a necesitar un gasto del 3,5%. Y en este escenario comienza una cumbre polémica. Justificar un aumento considerable del gasto en defensa es complicado para muchos Gobiernos y más el español, con sus socios en contra. El Gobierno insiste en que sí se ha alcanzado un acuerdo con la OTAN y quieren que quede claro que España cumplirá, pero con sus cifras y no con las que exige la OTAN.