Durante años, su rostro pasó desapercibido y en la sombra permaneció siendo el escolta de uno de los ministros clave del primer gobierno de Sánchez. Portero de discoteca, boxeador, chófer y también asesor político. Su vida cambió radicalmente cuando José Luis Ábalos lo integró en su equipo como asistente personal. Años en los que Koldo, siempre se le veía dos pasos por detrás de su jefe, en silencio, sin hacer ruido. Pero años más tarde, en 2024, ese anonimato saltó por los aires. A punta de pistola, la Guardia Civil le detuvo en su domicilio de Alicante tras destaparse una presunta red de corrupción. Según la UCO, Koldo habría intervenido para que empresas obtuvieran contratos públicos para el suministro de material sanitario a cambio de comisiones ilícitas. Ábalos declaró que Koldo era simplemente un asistente pero las investigaciones apuntan a que era su recadero. Koldo con la ayuda de su mujer gestionaba encuentros con mujeres, invitadas por el propio Ábalos, desempeñando su función con un lenguaje de todo menos respetuoso. Lenguaje en clave donde las chistorras eran billetes 500 euros. Una extensa lista de gestiones que Koldo facilitaba al exministro.