Intrahistoria de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias
Unos galardones que reflejan las inquietudes de un momento convulso
Si había un premiado que nos iba a sacar una sonrisa era Eduardo Mendoza. Con ella entró en el Campoamor. De humor sutil salpicó su discurso el Princesa de Asturias de las Letras. Con otras intenciones, irritarnos, hablo el filósofo Byung-Chul Han, premio de Comunicación y Humanidades. El autor de ‘La sociedad del cansancio’ nos ha puesto frente al espejo: autoexplotación, sometimiento a lo digital y pérdida de la libertad. Sobre los desafíos, que no son pocos, de la Unión de Europea ha reflexionado Mario Draghi, el Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, con los ojos puestos en los más jóvenes. Recogían el de la Concordia los representantes del Museo de Antropología de México. El de las Artes, la también mexicana Graciela Iturbide. La idea de que todos somos migrantes le ha valido a Douglas Massey, el de Ciencias Sociales. Concentrada como si fuera un punto decisivo escucha Serena Williams sus méritos para merecer el Princesa de Asturias del Deporte. No acudido por encontrarse indispuesta la genetista Mary-Claire King. Unos premios que reflejan las inquietudes de un momento convulso.