España, a punto de entrar en una nueva espiral electoral que despega en Extremadura. Una Comunidad que nunca antes se ha visto tan en el foco. Siendo unas elecciones anticipadas, una campaña navideña, en un clima especialmente polarizado... este 21-D tenía sus propias papeletas para llamar una cierta atención. Pero es el hecho de ser estreno de ciclo lo que hace especialmente singular esta cita con las urnas. Los populares -que vaticinan el principio del fin de Sánchez- ponen a prueba la campaña personalista de su candidata -poco mitin, poco Feijóo- pendientes de ver cuánto les penaliza su plantón al debate, la sobreactuación con lo del robo de papeletas. El sueño es la absoluta pero, con los pies en la tierra, el verdadero cálculo es cuánto necesitarán para revalidar el Gobierno, de un Vox y un Abascal crecido en campaña. La derecha, de una otra forma, da por descontado el Gobierno del que fuera gran feudo de un Partido Socialista en el que -lastrado por un "mal candidato" - Sánchez ha hecho lo que ha podido frente a la amenaza de un resultado histórico, por malo, este 21-D. Como contrapunto, a su izquierda, a Unidas por Extremadura los sondeos le auguran una alegría: romper el techo del 10%. La respuesta, en cuestión de horas.