La hora larga que duró el encuentro entre Villarejo y Aguirre, sorprendentemente propiciado por el hasta entonces decano de los juzgados de Plaza de Castilla, tribunal que investigaba a la expresidenta madrileña, se convirtió también en un pequeño desahogo para Aguirre, que no hablaba bien de sus antiguos colaboradores. Alfredo Prada fue su consejero de Justicia, ahora enfrentado a una petición de 38 años de cárcel por el supuesto cobro de comisiones en la fallida construcción de la Ciudad de la Justicia madrileña. Granados, igualmente, está inmerso en el caso Púnica. La expresidenta no ocultaba su simpatía hacia el que fue su sucesor, Ignacio González, otro de sus hombres de confianza que también terminó en prisión.

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