La medalla del Nobel de la Paz bañada en oro obsesiona a Donald Trump desde hace años. Ha repetido cientos de veces que se lo merece por las 8 guerras que asegura haber pacificado. También porque el aura que irradia el Nobel de la Paz no se puede comprar. Y Donald Trump quiere entrar en el Olimpo de los cuatro presidentes norteamericanos que han sido premiados a lo largo de estos 125 años de historia. Destaca su obsesiva rivalidad con Obama, ganador en 2009. Pero desde Noruega recuerdan que Alfred Nobel, padre de la dinamita y de estos premios, fue muy claro con el propósito de este galardón: "Es para quienes más han contribuido a la fraternidad entre las naciones, al desarme de los ejércitos, o a la celebración de congresos de paz". Donald Trump tiene sus fans y puede presumir de haber forjado este alto al fuego en Gaza pero en su contra está la ausencia total de fraternidad con los migrantes deportados, el despliegue de la Guardia Nacional en estados demócratas, la guerra arancelaria mundial, su retirada dNavalny, la ONG Médicos Sin Fronteras o las Salas de Respuesta a Emergencias de Sudán, por ahora los favoritos.