Los llantos y los gritos sucedían al gran estruendo en el funicular de la Gloria en pleno centro de Lisboa. En la cabina siniestrada, abierta por completo al cielo, encontraban a las primeras víctimas sin vida. En esos primeros instantes de la tragedia, el humo y el polvo lo invadía todo y los pasajeros que salían de ese primer elevador pueden sentirse afortunados. Las primeras investigaciones señalan la posible rotura de un cable de seguridad que une las dos cabinas y asegura el contrapeso entre ellas. La última vez que se salió de la vía fue en mayo de 2018, pero entonces no hubo heridos. Y la compañía de mantenimiento se encuentra en el punto de mira. Los propios trabajadores habían emitido quejas por las deficiencias de un servicio que se había externalizado hace varios años. La empresa encargada, sin embargo, asegura haber acometido todos los protocolos. El presidente portugués ha declarado hoy día de luto nacional mientras la conmoción en la capital portuguesa sigue dominando el sentir de los lisboetas y turistas que hoy se han encontrado con todos los funiculares cerrados.