Máximos honores para Trump y su esposa en Windsor y protestas en las calles
Un espectáculo ejecutado por la monarquía británica pero planificado por el Gobierno laborista de Starmer
El gusto de Donald Trump por todo lo dorado es un capricho que, precisamente, la monarquía británica puede satisfacer. La Casa de Windsor ha desplegado una ceremonia militar nunca vista en más de 100 años de visitas de Estado. Sus 1.400 hectáreas han servido para mostrar toda la pompa y circunstancia de la Familia Real británica. Guardia de honor al completo, caballería real, tres bandas militares y 1.300 miembros de las Fuerzas Armadas. Trump, que no esconde su gusto por el lujo y la realeza, ha estado concentrado, disfrutando como un niño y hasta inspeccionando la Guardia Real. Se pierde la cuenta de la cantidad de desfiles que ha presenciado el magnate en un espectáculo ejecutado por la monarquía británica pero planificado por el Gobierno laborista de Starmer. Ya por la tarde, visita a la Capilla de San Jorge y turno para recorrer la Colección Real en el Castillo de Windsor, para ver otra actuación militar y otro espectáculo, esta vez aéreo. El dirigente estadounidense dormirá hoy en el Castillo de Windsor, a 40 km del centro de Londres envuelto en protestas en su contra. Más de 50 drones sobrevuelan la localidad de Windsor y vigilan muy de cerca los milenarios muros del castillo, los mismos donde ayer se proyectaron imágenes de Trump junto al depredador sexual Jeffrey Epstein y que empeñaron el inicio de esta segunda e inédita visita de Estado.