A menos de 150 km de las costas de Gaza, la flotilla avista a lo lejos lo que parecen decenas de barcos. A partir de ahora, y en zona de riesgo, los activistas a bordo de esta inédita misión humanitaria son conscientes de que pueden ser interceptados en cualquier momento. Israel ha declarado una zona de exclusión que abarca tanto aguas territoriales palestinas como aguas internacionales y las 47 embarcaciones de la flotilla navegan ya muy cerca. Este bloqueo marítimo, impuesto desde el 2007 por Israel, se ampara en la guerra para impedir a embarcaciones navegar estas aguas. Cruzarlas se traduce en interceptarlas, llevarlas a puerto y deportar a sus activistas. Pero la flotilla continuará hasta el final. Lo harán sin el apoyo del Furor, el buque enviado por el Gobierno. Un bloqueo naval espera a la flotilla a 5 millas de distancia. De momento, Israel ya ha activado las fuerzas de élite de la Marina para detener a la flotilla y se desplegarán más 600 policías en el puerto de Ashdod. Una promesa, la de Netanyahu, que se mantiene intacta: las embarcaciones de la flotilla no desembarcarán en las costas de Gaza.