Una repentina e intensa granizada sorprendía a los habitantes de Tarija, una población boliviana a unos mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, y cercana a la frontera con Argentina.

La principal consecuencia de la tormenta ha sido la inundación de las calles de la ciudad, que ha obligado a los vecinos y propietarios de negocios a tener que barrer sus entradas y apartar los granizos.

Esta granizada ha ocurrido después de que las temperaturas superaran los 30 grados centígrados. Los medios bolivianos ya habían informado de otras dos granizadas en el mes de septiembre después de las altas temperaturas registradas en el día.