No volver a pisar suelo estadounidense es el último castigo de Donald Trump. El magnate ha retirado la visa a cinco personas, entre ellos a Thierry Breton, excomisario europeo, impulsor de la ley de servicios digitales de la UE que obliga a moderar y regular los contenidos en redes sociales e Internet. Trump le acusa de censura y manipulación. Un paso más de la Administración estadounidense contra lo que el magnate considera una Europa buenista. El objetivo de la ley sin embargo es otro. Según la propia UE es crear un entorno de línea seguro y luchar contra los discursos de odio y la desinformación. Regular mensajes como los que, por ejemplo, en su día difundió Elon Musk cuando el asesinato de una niña en Reino Unido provocó una tormenta de disturbios raciales en el país. El asesino era originario de Gales, nacido en Cardiff y tenía 17 años, pero el hecho de que su familia fuera originaria de Ruanda desató unas protestas antiinmigración que Elon Musk alentó con sus mensajes. Para Breton, la medida recuerda a la caza de brujas impulsada por Mcarthy en plena Guerra Fría. También para Macron la medida es intimidatoria y coercitiva. Libertad de expresión, dicen en Estados Unidos, que reaviva el debate sobre la responsabilidad de los usuarios en Internet.