En poco más de una hora la base militar de Alaska acogerá la reunión más esperada del verano. Un encuentro entre Vladimir Putin y Donald Trump en suelo americano que puede decidir el futuro de la guerra en Ucrania. Ambos países han rebajado las expectativas de la reunión, tratándola simplemente como un mero tanteo que puede o no abrir la puerta a una segunda reunión, ésta ya con el presidente ucraniano. Sin embargo, para lo que el presidente puede ser cuestión de minutos, para Moscú puede ser algo más. El Kremlin estima que la reunión puede durar un mínimo de seis horas. Ambos mandatarios están ya de camino. Trump salía esta mañana desde Washington y Putin hacía una parada en la parte más oriental de Rusia, en Magadán. Antes de ponerse en camino a Alaska realizaba un acto simbólico antes de su reunión: presentar sus respetos en un monumento que honra la colaboración soviética y estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Actitud que contrasta con la provocación de su ministro de exteriores, Serguéi Lavrov, que aterrizaba en Alaska con un jersey con las letras CCCP, que en cirílico son las siglas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Sin embargo, el presidente estadounidense no piensa doblegarse y afirma que la prioridad es detener el conflicto en Ucrania. Mientras se ultiman los preparativos para la cumbre dentro de la base, fuera, la gente se manifiesta en apoyo a Ucrania, inciertos y temerosos del futuro del país tras la reunión de Putin y Trump.