Un día más las bombas siguen cayendo en una ciudad de Gaza en la que cada vez quedan menos edificios en pie. El Ejército israelí los ataca sistemáticamente, asegurando que albergan infraestructura de Hamás. Misiles que golpean bloques de viviendas sin apenas tiempo para escapar; explosiones que dejan tras de sí escombros, vidas destrozadas, morgues llenas de cadáveres y heridos. Muchos ni siquiera van a poder ser tratados, ya que los desabastecidos hospitales también son blanco de los bombardeos. Entre los edificios atacados se encuentran varios de la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos, la UNRWA, que denuncia que solo en los últimos cuatro días, diez de sus edificios han sido bombardeados, como escuelas y centros médicos que acogen a palestinos desplazados. Sin hogar y ante la constante amenaza de las bombas, muchos toman la dolorosa decisión de huir de la ciudad y desplazarse hacia el sur. Una caravana constante de gente que abandona su hogar, dejando a su espalda una ciudad envuelta en el humo de las bombas.