Mientras el mundo está pendiente de Irán, en la capital de Siria, en Damasco, un atentado suicida en una iglesia ha matado a 22 personas y ha dejado más de 60 heridos. El terrorista, vinculado al ISIS, abrió fuego desde el exterior y después entró en el templo por la puerta principal disparando a los cristianos. Llevaba una granada, los fieles lo empujaron hacia fuera y en ese momento se inmoló con un chaleco explosivo. Desde la caída del régimen de al Asad el pasado diciembre los cristianos han sido acosados en el país.