Fue un ataque por sorpresa simultáneo contra cuatro bases aéreas rusas, planificado al milímetro durante año y medio. Un golpe estratégico contra los bombarderos que Rusia utiliza para lanzar misiles guiados contra Ucrania. Entre los aviones destruidos: casi la mitad de los 100 Tupolev que posee el Ejército, según Kiev, y que ya no fabrica. Aviones que costaban unos 6.500 millones. Un ataque con drones a gran escala que ha alcanzado una base aérea a 4800 kilómetros de Kiev. Los drones entraron en territorio ruso escondidos en camiones comerciales. Zelenski se ha felicitado por la ‘operación Telaraña’ y ha asegurado que la base de operaciones estaba junto a una oficina de Inteligencia rusa. Este duro golpe para Rusia no ha frenado las negociaciones para el fin de la guerra. Desde Lituania, el líder ucraniano ha confirmado que habrá un nuevo intercambio de prisioneros, otros mil por cada bando, como ya ocurrió hace una semana.