En el corazón de París, entre cafés históricos y librerías centenarias, Ali Akbar lleva más de 30 años vendiendo periódicos de una manera poco convencional. Llegado desde Pakistán en los años 70, este veterano quiosquero combina titulares con chistes improvisados, buscando siempre provocar una sonrisa a quienes pasan por su puesto. “Intento llegar al corazón de la gente, no a sus bolsillos”, resume. Con apenas 20 ejemplares vendidos al día, su trabajo nunca ha sido un negocio, sino una forma de crear lazos con el barrio. Clientes y vecinos lo consideran una institución en Saint-Germain-des-Prés, hasta el punto de que, sin él, dicen, el barrio perdería parte de su esencia. Su popularidad ha traspasado fronteras y ha llegado al Palacio del Elíseo: el presidente Emmanuel Macron ha anunciado su intención de condecorarlo por haber transformado la venta de periódicos en un auténtico arte de convivencia.