Maryna y Valeriy son ucranianos y viven en Kiev. Al llegar a casa…tienen que subir a su casa por las escaleras con su bebé en brazos, cocinar con un hornillo portátil y comer a la luz de las velas. Son las consecuencias de los cortes de suministro de luz y de agua que, como ello, sufren los casi tres millones de habitantes de la capital. De media unas 10 horas diarias a oscuras, sin poder cocinar ni cargar los aparatos eléctricos. “Creo que nuestra situación no es la peor, pero con el bebé todo se complica” dice Valeriy. Una realidad que comenzó en marzo, cuando Rusia ocupó la central nuclear de Zaporiyia, pero que cada vez es más habitual en los hogares ucranianos. Yevhlen es artista y también vive en Kiev. Pinta con las manos y ayudándose con una linterna. Cuadros pintados a oscuras con los que confía poder recaudar fondos para ayudar al ejército.