Desolación entre los vecinos que han perdido sus casas pasto de las llamas en Los Ángeles
Un hombre salvó su vivienda en Palisades al negarse a desalojarla y rociarla con su propia manguera
Cuesta mucho imaginar que aquí hubiera antes un vecindario. Hoy irreconocible de no ser por algunas chimeneas en pie y el chasis de algún coche calcinado. La devastación es total, constata Alita entre lágrimas. "Nada te prepara para este nivel de destrucción", lamenta. El sueño californiano convertido ahora en pesadilla. Bajo los escombros de su casa, Ada y su familia no encuentran nada. Sí en el puesto de intercambio de libros, una de las pocas cosas que ha sobrevivido a un incendio que el sheriff del condado compara con la bomba atómica. Con los nervios a flor de piel, Rachel increpa al gobernador de California haciendo suyos los argumentos de Trump, que acusa al demócrata de no usar el agua para proteger el cauce de los ríos y sus peces. John Carr es uno de los pocos vecinos de Palisades que hoy conserva su casa intacta. A sus 65 años, desoyó las órdenes de evacuación, cogió la manguera y se quedó rociando la vivienda con agua. Una actitud para unos, valiente, y para otros, totalmente imprudente, aunque para sus vecinos, Carr es hoy un héroe.
-Redacción-