En este pleno el Gobierno se juega mucho. Eso es una afirmación de las fuentes más cercanas al Presidente y la razón por la que cada gesto de Pedro Sánchez emite información. Mientras posaba para los fotógrafos del Congreso, sonreía. No lo hace siempre. O dicho de otra manera, cuando tiene motivos para no hacerlo, no lo hace. Hay que a recordar que si se la juega es por el enorme riesgo de perder la confianza de sus socios. A ellos ha dedicado sus primeras palabras desde la tribuna de oradores: "Y por eso estoy aquí: porque tienen razón para indignarse y porque su indignación nos ayuda a mejorar. Sé que están bajo mucha presión. Voy a estar a la altura. Voy a satisfacer sus expectativas de regeneración y de lucha contra la corrupción." Comparecencia para rendir cuentas y para explicarse, confesando que se presentaba en el hemiciclo "con una honda sensación de decepción, en primer lugar conmigo mismo y sobre todo con aquellos en quienes nunca debí confiar". Confió en Cerdán cuando comenzaron los rumores sobre él: "Le creí porque creí conocer la vida sencilla que él llevaba en Madrid". Ha sido una suerte de acto de contrición. Ha reiterado su petición de disculpas y ha defendido la ejemplaridad del PSOE: "Subo con la seguridad de ser un político limpio y con el orgullo de quien lidera un partido ejemplar". No tira la toalla porque "tenemos un gran proyecto de país en el que confían millones de personas que no podemos abandonar por la corrupción y la zafiedad de unos pocos". Arroja sobre esos pocos la acusación de que se jugasen la dignidad del Gobierno y el futuro de España. De muchas maneras ha dicho que se queda: "La confianza se recupera con acción y con coherencia no dando pasos a un lado (...) Vamos a seguir caminando hacia adelante (...) Habrá elecciones en 2027", incluyendo la fecha de las próximas elecciones generales en respuesta a quienes le piden que las adelante.