Es un debate en la calle que resulta menos silencioso que su funcionamiento. Un gesto, el de encender el aire acondicionado, que para muchos es imprescindible ante el calor y para otros no tanto. Tan subjetivo es el confort que no hay consenso en los grados porque también depende de la potencia y del espacio a refrescar y una cosa es la recomendación de 27 grados centígrados y otra la realidad del día a día para establecimientos, hoteles y hogares. La clave, más allá del coste energético, es el equilibrio ante el choque térmico, tanto de nuestra temperatura corporal como de la estancia, que no debería bajar de los ocho grados respecto al calor exterior. La temperatura ideal, según el consenso médico, estaría entorno a los 24 grados, con especial atención, eso sí, a los más vulnerables, como bebés, personas mayores o con patologías.