Mientras unos celebraban el ataque de Irán contra Israel en la misma noche del lanzamiento de los misiles, otros cientos de iraníes hacían cola en las gasolineras para llenar sus depósitos. En los mercados ya se había disparado el precio del crudo. La decisión de la OPEP de mantener sus planes de aumentar la producción, adoptada en una reunión telemática urgente, logró desinflar el coste del barril. La cuestión es ¿hasta cuándo? "Irán se ha equivocado y lo pagará", la amenaza de Netanyahu de responder al ataque sufrido no contribuye a apaciguar el escenario prebélico en Oriente Próximo. Menos aún cuando entre los posibles objetivos se barajan las infraestructuras petrolíferas de Irán. El país de los ayatolás es el octavo productor mundial de crudo. Aporta un 4% del suministro mundial, pero de su venta depende casi la mitad del presupuesto del país. Según Sara Vakhshouri, presidenta de SVB Energy International "hacia dónde irán los precios depende de dónde sea la destrucción y de cuánto petróleo se retire del mercado". Un objetivo jugoso es, sin duda, la isla de Kargh. De sus solo 24 kilómetros cuadrados, pero con capacidad para 10 buques a la vez, sale el 90 por ciento del petróleo iraní con destino, principalmente, a China, el mayor importador del mundo.

Aunque una escalada de la guerra tendría consecuencias económicas aún peores si se viera comprometido el tráfico marítimo por el Golfo Pérsico. El 60% de los buques que navegan estas aguas transportan petróleo y derivados. El 20% del crudo del mundo, el 35% comercializado por mar, sale de alguno de los 8 países que lo rodean, Irán incluído. Especialmente sensible, el estrecho de Ormuz, paso obligado hacia el Índico. No es la primera vez que Teherán amenaza con estrangularlo o secuestra cargueros en este punto, la última: en abril, un portacontenedores de bandera portuguesa propiedad de un magnate israelí.

-Redacción-