Otra vez, sí. Llega ese domingo en el que Europa retrasa la vida 60 minutos. Aunque también volverá a perjudicar seriamente la salud de muchos, con afectaciones al sueño y al ánimo. El ahorro no parece tan grande, en estos tiempos de eficiencia energética y el turismo tampoco quiere perder esas horas de sol, además de otros impactos positivos en la salud, el rendimiento escolar y la productividad. En 2019, el 84% de los europeos votaron a favor de eliminar el cambio de hora estacional. Seis años después, sin acuerdo entre los Estados miembros, España cree que no hay tiempo que esperar. Faltaría saber si nos quedamos con el de verano o el de invierno, aunque ya se imaginan que aquí no perdonamos ni un minuto de lo más nuestro.